martes, 17 de junio de 2008

EL PUEBLO MIRA

Por Augusto Taglioni
Promediaba la tarde cuando ese sonido más que sonido chillido se oía por la zona norte de Capital Federal. Aquellos artefactos de acero inoxidable de marca ARC Internacional se mezclaba con el potente rugir de los motores de las camionetas Toyota Hilux que contaban con banderitas celeste y blanca.

Esta elegante manera de repudio representa una realidad histórica en nuestro país, marcado por pedidos anti populares.

Los ciudadanos estamos en un proceso de estancamiento difícil y absolutamente lejos de lo que puede llegar a ser un compromiso igualitario y solidario.

Este país de histórico andar individualista, une a los polos mas adversos y contradictorios bajo un mismo pedido. Este conflicto vigente entre un sector con el poder de turno logró una polarizacion de fuerzas tan evidente que asusta. Derecha, izquierda, Radicales, Reformistas y Progresistas que al parecer olvidaron sus diferencias ideológicas en base a un enemigo en común: el peronismo.

Volviendo a las cacerolas de acero inoxidable; el compromiso social muerto por parte de la mayoría conlleva en este pedido sectario una peligrosa política basada en un individualismo bolsillero.

Son los mismos hombres y mujeres que saltaron de sus asientos indignados por el toque de sus cuentas bancarias en épocas de corralito por aquellos meses del 2001 en plena caída del gobierno de Fernando De la Rua.

Los mismos también que metieron en sus urnas licuadoras, lavarropas, televisores, autos y viajes al exterior juntos con elementos consumistas que en los años “revolucionarios” del libre mercado y que con políticas neoliberales endeudaron y privatizaron al país para dar lugar al “preciado” primer mundo menemista.

Aquellos que no comprendían que sectores obreros empobrecidos reclamen por trabajo digno y viviendas en buen estado. Todos estos sectores reaccionarios según su billetera son los que por la tarde de ayer marchaban indignados por las zonas más paquetas de la capital federal y algunos centros urbanos del país.

¿Se acuerdan estos asumidos defensores de los derechos de bolsillo de la lucha empleada por Maximiliano Kosteki y Darío Santillán? ¿O fue uno de los tantos piqueteros que cortaban las rutas y las calles e impedían que estos pedigüeños burgueses de clase media lleguen a su trabajo o al café de turno en horas de merienda? Seguramente todo es más fácil cuando se pide dentro de los acogedores asientos de las 4x4 con calefacción y asado mediante.

Cuando hay hechos que ponen en evidencia lo peor de una sociedad, todo se vuelve mucho mas claro en cuanto al análisis y demasiado triste en cuanto a conclusiones.

Esta mezquindad ciudadana acorde a una clase media con aspiraciones conservadoras permite que se vean imágenes como a dirigentes de la Sociedad Rural marchando y hablando en nombre del pueblo y de la patria, cantando el himno y utilizando cánticos que pertenecen a las organizaciones más revolucionarias del país. Cabe destacar que dicha marcha y mucha menos la entidad en cuestión lejos están de aquellos ideales.

Volviendo a la clase dirigente que marchan unidos en un pedido que ya no tiene sostén alguno, vale decir que esta conjunción de ideales entremezclados en contra de un gobierno en particular no produce mas que un terrible egoísmo individualizado. Resulta absurdo que puedan ponerse de acuerdo Vilma Ripol, reconocida líder de izquierda, y Norma Guinzburg reconocida diputada del Pro e incondicional defensora del genocida Luis Abelardo Patti, resultado de esta concertación inconcebible y repudiable. También podría comentar esta patriótica unión de las cuatro entidades agropecuarias que ya no existe distinción alguna entre pequeños y grandes, ya que los denominados pequeños, compraron tierras del frente campesino y utilizaron dicha tierra para la cosecha de soja y así venderlo al exterior a montos grandísimos. Ni hablar de la contaminación que esta cosecha produce en las tierras.

La realidad esta más allá de esta disputa ideológica o de la medida de retenciones móviles anunciada por el gobierno y desencadenante de la ira ruralista aquel lejano 11 de marzo.

En el país de las individualidades hay una palabra que predomina en boca de todos en un irrespetuoso exceso: El pueblo. El dios y el diablo en un mismo pedido utilizan este concepto tan manoseado en estos días. El pueblo en boca de los ricos más ricos, el pueblo puesto como bandera de este “paquete”, el pueblo que dice estar pero lejos muy lejos de Santa fe y Callao.

Lo cierto es que estando en boca de todos, las necesidades continúan insatisfechas desvaneciéndose chorreadas por las rutas aventadas en las mismas narices del pueblo hambriento por quien ponen la palabra misma en su boca.

El pueblo no come, ni vive ni se educa. El pueblo mira como los más piden vaya a saber que en mesas de abundante lujos regidas por joyas, el alto poder adquisitivo y las cámaras de televisión.

Este conflicto que lleva más de noventa días saca lo peor de los argentinos. El interés material, consumista y sectorial de las clases media y la oligarquía.

Los perdedores y perjudicados son los que miran la ostentación y desaprovecho de alimentos que deben estar en boca de cada familia oprimida.

Estamos lejos, muy lejos de una reforma agraria o un voluntarismo social, pero que no se pierda lo único que nos tiene que quedar como sociedad: el compromiso como ciudadanos, la solidaridad con los menos y la lucha por un país mejor. Claro esta una lucha alejada de intereses clasistas.