Por Ana Nuñez*
Aumentar la tarifa no es condición necesaria ni suficiente para que todos los ciudadanos marplatenses gocen del derecho universal al agua potable. Sólo bastaría con analizar los incrementos desde la municipalización de la empresa. Sin embargo,
La hoy denominada Plaza del Agua, fue el predio primitivo de OSN donde se ubicaban los talleres, la Usina y el Pozo Nº 1, predio que la sociedad habría pagado dos veces; y cuya remodelación, a fines de la década de 1990, importó un costo que habría duplicado el aprobado por el HCD;
A mediados de 1984 habría sido ratificada por el INCYTH la necesidad imperiosa de construir el Emisario Submarino; reafirmada a mediados de la década de 1990, obra por la que la sociedad marplatense habría pagado a diciembre del 2001, U$S 11.000.000 y de la que sólo quedó un contrato rescindido; pero que de concretarse, ahora la pagará el conjunto de la sociedad argentina;
La creación en el 2001 de un Programa Permanente de Saneamiento, a ejecutar por la Subsecretaría de Gestión Ambiental, que habría requerido la transferencia mensual de hasta un 10% de los recursos de OSSE. (¿política de saneamiento o saneamiento de las arcas municipales?);
Del movimiento de recursos de OSSE y la Administración Central, y los empréstitos solicitados en la década de 1990; llevaría a pensar que hubo obras doblemente presupuestadas y que la sociedad marplatense habría pagado más de una vez, por vías diferentes;
La construcción imperiosa del Centro de Abastecimiento Base Ingeniero Szpyrnal, habría ocultado no sólo no obras en los barrios sino diversos ilegalismos, pero "aun comprendiendo la ansiedad de los vecinos, todo tiene su tiempo y una inversión perfectamente calculada" (La Capital, 6-10-1999).
Me pregunto ¿dónde fue esa inversión perfectamente calculada, para que ahora aumente nuevamente la tarifa? ¿No deberíamos pedir explicaciones a los funcionarios de estas acciones?
Acciones, decisiones y consecuencias de las que nadie se hace responsable, pero que trasladan los costos humanos y materiales a las fracciones sociales más indefensas. Aquellas que aún hoy consumen agua contaminada; utilizan grifos públicos o pagan al aguatero.
*Docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata y colaboradora del ISEPCI (Instituto de Investigación Social, Económica y Políticas Ciudadanas)
