Por el colectivo de FM De la Azotea
El derecho a la comunicación existe, no solo porque está escrito en la Constitución o en el Pacto del santo que fuera. A todo lo que de hecho nos sacaron, con el tiempo, las radios comunitarias, y una buena parte de la sociedad que puduimos recuperarnos de ese despojo, de ese genocidio, de esa aberración que fue la dictadura cívico militar, nos pusimos de pie y le fuimos devolviendo algunas cosas, pero por derecho. A ese derecho (y a muchos otros) le falta un marco regulatorio. Porque no está bien decir que hay una ley de comunicación, lo que hay hoy es una norma a la medida de otros intereses, no comunicacionales ni sociales; Es una norma (como muchas otras) pensada y sancionada en la dictadura, sostenida por todos y cada uno de los gobiernos que ganaron elecciones hasta hoy.
Acompañamos esta nota con el texto del ante proyecto, al que todavía le quedan una serie de audiencias públicas y foros abiertos, y luego el trámite legislativo. Te invitamos a leerlo, aunque parezca que es un tema de un sector, que no tiene nada que ver con ninguno de nosotros, no es así. Y si no lo discutimos entre todos, será otro el que le ponga texto, espíritu y firma.
Los puntos más destacables del proyecto presentado son:
- Se garantiza el derecho humano universal al derecho a la información y a la libertad de expresión como lo prevé el 13 de la Convención Americana sobre Derechos humanos, que implica el derecho a recibir,difundir e investigar informaciones y opiniones
- Se reservará con carácter inderogable, el 33% del espectro para las personas jurídicas sin fines de lucro tales como, asociaciones, fundaciones, mutuales, etc.
- Se promoverá la regularización de medios comunitarios, que han estado excluidos durante décadas.-Se impedirá la formación de monopolios y oligopolios. Se promoverá el pluralismo del espectro y de los servicios de Comunicación Audiovisual.
- Se propondrá un sistema de medios estatales con objetivos democráticos, con participación y control comunitario y social.
- Sólo se podrán tener 10 licencias de servicios abiertos. Las licencias durarán 10 años y se podrán prorrogar por 10 años más, previa realización de Audiencias Públicas.
Y ahora lo que pensamos nosotros
El movimiento de radios comunitarias y los proyectos de comunicación participativos y alternativos tenemos una moderada expectativa. El espíritu del ante proyecto es alentador. Pero es lógico que quien lo presente explicite su interés por promover la liberad de expresión, los límites a los monopolios y oligopolios, la protección del trabajo local, el acceso de todos a un derecho como es la comunicación social mediatizada por la tecnología.
Ocurre que estos 26 años de formales democracias avalando y sosteniendo leyes coercitivas, con mecanismos de censura, y defensoras de las empresas que reducen la comunicación a un negocio rentable y solo a un entretenimiento a costa del contenido, nos hacen mantener la expectativa en resguardo. Y también nos han llevado a estudiar mucho el tema.
De esto nos surge una mirada positiva en torno de los cambios en la autoridad de aplicación, de la protección a las producciones locales, de las limitaciones a quienes pueden ser licenciatarios y cuántas licencias podrán acumular. De la gestión de tarifas sociales para facilitar el acceso a servicios por suscripción. Y sobre todo, por nuestro origen, incumbencia y proyecto, nos estimula la promoción del acceso a licencias a entidades sin fin lucrativo y de propiedad colectiva.
Los reparos aparecen en la reglamentación de la futura norma. Porque en esa instancia se resolverán alcance, potencia y condiciones concretas en lo que hace a sede, equipamiento, y relaciones laborales convencionales. Que son todas cuestiones en las que el movimiento de radios comunitarias tenemos una filosofía y un desarrollo propio, en muchos casos ajeno a las regulaciones vigentes, pero óptimo para nuestra subsistencia.
También nos detenemos a pensar en que el acceso a los medios choca contra lo finito del espectro, y si bien se garantiza un tercio del dial para emisoras comunitarias, de las que ojalá haya cada vez más, las radios comerciales no caben en ese espacio. Y si la solución va por el lado de la digitalización (que multiplica el espectro pero implica cambios tecnológicos en la emisión y recepción), deberá asegurarse -como expresa el proyecto presentado-, que todos tengamos acceso a esa tecnología.
Lo que suele decirse en estos casos es que ahora hay que esperar a ver qué pasa. Nuestra convicción en cambio nos lleva a seguir haciendo cosas todos los días para tener la mayor participación posible en lo que se resuelva. Para lograr una ley no solo de la democracia, sino una ley de comunicación verdaderamente democrática.