Editorial 27 de abril
Pensadores que dieron lugar al liberalismo, sostenían que originalmente el hombre era liberal con el afán de subsistir y satisfacer sus necesidades básicas y la de su gente. Como parte del estado natural, el hombre respondía a sus propias necesidades. Con el correr de los tiempos, se agregó un concepto, el de competencia, en donde el hombre además cumplir con lo básico e indispensable, pasa a sostener lógicas de poderío y de competencia respecto a otros seres humanos. Mas tarde surgen calificaciones tales como, comparación y envidia y ahí es donde el hombre se corrompe.
Una versión contemporánea del hombre liberal y corrompido, podría adjudicársele al hombre moderno e involucionado. Un hombre que no representa a nadie ni a nada, que pienso tan solo en el crecimiento personal a toda costa, viendo la posibilidad de cagar al que tiene mas cerca, un hombre repleto de “avivadas” y que no tiene remordimiento de mentir a la gente que dice representar.
Porque cuando la mentira no tiene escondite y se subestima a la mayoría, la representatividad se transforma en algo meramente testimonial, y lo testimonial, no solo es un concepto en abstracto sino llevado a lo concreto y la vista de todos que se vuelva en una practica que, al parecer, tenemos que soportar porque el contrato social así lo indica, siguiendo con los criterios liberales.
¿Donde quedaron aquellos caudillos que con la legitimidad del pueblo, gobernaban y defendían la causa nacional ante los embates de los gringos?
¿Donde están aquellos líderes que con hechos concretos hacían valer la lealtad de sus seguidores? ¿Esos abrazos simbólicos de Perón con los trabajadores, de Evita con sus descamisados, del Che con el pueblo latinoamericano, de Fidel con la nación hermana de Cuba?
Punteros, empresarios, corredores de lanchas, médicos de televisión y ahora actrices, son los que el gobierno, este supuesto gobierno que defiende el modelo de país para la gente, pretende lanzar, entre candidaturas testimoniales, punteros del PJ y actrices que hace de evita. ¿Sabrán Kirchner Scioli que el música de Nacha es una ficción no? ¿Porque no llaman a Esther Goris y Madonna para completar la lista? O a Alfredo Alcon, que represento tan fielmente al Gral. San Martín, o a Víctor Laplace o al mismismo Gael García Bernal para darle un tono revolucionario a la lista del oficialismo. Seguramente me estaré olvidando de alguien, algún actor comprometido que protagonizó a algún líder de nuestra historia.
Otra alternativa, llamar a Felipe Pigna y su producción del “Algo habrán hecho”. Juntarse con Néstor Kirchner y ahorrarse el cagadón de las listas testimoniales, que dicho y sea de paso son una vergüenza y armen toda la lista e incluso podría llevar el nombre de “Lo pasado pensado” o algo así.
Que manoseado que están tanto términos como legitimidad. Hoy todo termina siendo legítimo, yo no sé si piensan que somos boludos, nos tratan de forros o simplemente son una manga de ineptos hijos de puta.
Miente, miente que algo quedará. Entre eso y el contrato social, nos vemos encerrados una representatividad testimonial.
lunes, 27 de abril de 2009
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