Por Augusto Taglioni
La copa davis tendrá como sede la ciudad de Mar del Plata y con esto una ciudad de doce meses que será observada por el mundo, como tanto anhelan el gobierno municipal de Gustavo Pulti y el provincial de Daniel Scioli. Ahora, ¿Cuantos meses del año son destinados a los ciudadanos de nuestra ciudad?
Un gobernador que destina de su presupuesto estatal y de su voluntad política para llevar a cabo un evento inaccesible e innecesario y no tiene ese ímpetu para otorgar salarios a docentes que hicieron uso de su derecho a huelga, para pedir un salario mínimo de 1.400 pesos, los cuales se les descontarán 600 por el uso del mismo, es un gobernador que quiere una ciudad de doce meses. Mario Oporto dijo no contar con el presupuesto para aumentar los sueldos. Que ironía, semanas después de los reclamos docentes, aparece esta iniciativa atada a un préstamo (que dios sabrá cuando sera devuelto) millonario.
Una provincia que mantiene en vilo a los médicos que trabajan en condiciones infrahumanas con infraestructuras cada vez más precarias y que cuenta en su haber el índice más alto de mortalidad infantil en los últimos años, es un gobierno que quiere una ciudad de doce meses. Sin mencionar la dependencia que el municipio mantiene con la provincia a la hora de proveerse de medicamentos tan básicos como analgésicos, pastillas anticonceptivas u otros insumos. ¿Estará al tanto el secretario de salud Alejandro Ferro, o el ministro de salud de la provincia Claudio Zin? ¿Habrán reservado un palco para presenciar la final?
Una gestión que no está dispuesta a pasar a planta permanente a los empleados estatales ni blanquear a los trabajadores del cada vez mas enorme trabajo informal, que no hace mas que preparar al laburante, cualquiera sea la edad, para ser explotado, basureado, ninguneado y negreado por los patrones, integrantes de esta elite que aplauden a la ciudad de doce meses. Todos ellos pregonan la ciudad de doce meses. ¿Es Scioli el que no otorga beneficios pàra los empleados estatales? ¿El mismo que prestó los diez millones?
En lo que fue una subasta que puso en disputa, el poder de saber quien pone más plata, Daniel Scioli otorgó diez millones de dólares para la realización del torneo, ganándole así a Juan Schiareti, que para que la final de tenis se realice en el Orfeo de Córdoba ofreció una suma de 7.500.000. Cabe destacar que la base económica partió de 3.500.000. ¡¡¡ Vendido al gobernador de la provincia de Buenos Aires a diez millones!! habrá dicho el martillero.
La copa davis es la cortina de humo mas expuesta que puede tener un gobierno, como el de Gustavo Pulti, para obviar las necesidades básicas que pueden faltar en un barrio periférico, en los servicios de agua, gas o luz eléctrica que pueden ser indispensables en las diferentes viviendas, en la falta de calefacción en las escuelas, la falta de recursos que padecen los hospitales, la nefasta gestión en cultura o la inexistente voluntad para modificar el mercado laboral.
Todo es de maravillas para Scioli y Pulti, que gracias a la incondicional pata que proporciona el empresario y dueño de la comunicación, Florencio Aldrey Iglesias, tienen allí, un aliado político que hace que la opinión publica este feliz por este proyecto de distracción que no deja mas que un saldo de lo conservador e impune que hoy en día puede ser un partido vecinal de derecha y un empresario neoliberal como Daniel Scioli. Estas son las tres patas del tripode. Las patas que hacen posible a esta hermosa ciudad de doce meses.
El árbol tapa el bosque, sigamos construyendo donde se ve, sigamos olvidando a los barrios, sigamos con la política del aquí y ahora, que inhabilitara tener un proyecto político a largo plazo que este fuera de los objetivos conservadores de Pulti y Scioli, que prácticamente ni siquiera se mosquean para armar un “pan y circo para el pueblo”, sino lo que es peor, un circo para la elite, para el turista que puede pagar los elevados montos en el que estará la entrada para esta final deportiva (entre 300 y 1200 pesos). Mientras tanto el pueblo observa atónito, con las necesidades básicas insatifeschas, la maléfica ostentación política en la que estamos inmersos.
¿Ciudad de doce meses? ¿Para quien?
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