miércoles, 4 de febrero de 2009

BETIANA NO TENE LA CULPA

Por Javier Germinario

. Los trabajadores del puerto y de la pesca de Mar del Plata no tienen nada que festejar. Esto es así durante este verano en particular, pero en realidad se trata de un padecimiento que se ha venido profundizando a lo largo de los últimos casi 20 años.

Sin embargo, con toda la pompa (léase difusión masiva, impulso político y empresarial, y hasta manija desde varias conducciones gremiales del sector) se desarrolló hasta hace algunos días una nueva edición de la fiesta de los pescadores. Que es una tradición, es cierto, pero que no solo no deja lugar para que la dramática situación que atraviesan (solos) miles de trabajadores (o actualizando el término, miles de desocupados, sub ocupados, negreados, explotados, tercerizados o precarizados) hombre y mujeres que ven como sus patrones, sus dirigentes y sus representantes legislativos, ejecutivos y judiciales sí festejan, sí se divierten colando los tallarines, sí brindan. En el corazón desvencijado del puerto.

Esta fiesta, la “fiesta Nacional de los pescadores” cumple 28 ediciones, y se prestan a ella las ya mencionadas autoridades políticas, que la incluyen en el repertorio estival como incentivo turístico. Se vuelcan a ella los “esforzados” empresarios del sector y “a pulmón” la sacan adelante año tras año. Se suman los dirigentes gremiales para aunar sacrificios y bajar aunque sea por unos días y en nombre de esta necesaria celebración las banderas de las diferencias con empresarios y estado, para poner proa en lo que les es común. Y hasta las autoridades eclesiales aportan todo el marco litúrgico y apelan a la ferviente devoción católica para arriar a los fieles.

Todos se tienen cara a cara, se mienten en las caras, se falsean para esta puesta en escena. Y arman el escenario en un territorio del que ya han expulsado, luego de desangrar, justamente a quienes con su genuino esfuerzo los han puesto donde están, para que hagan uso y abuso, y ahora brinden en su nombre.
Lo que es desesperante, es la escalada de impunidad y el grado explícito en que se da el abuso y la burla:

La nueva reina nacional de los pescadores se llama María Betania Soarez, tiene 19 años. La misma cantidad de años que cuenta la implementación de las pseudo cooperativas. El momento en que con la complicidad de políticos y funcionarios, gremialistas y empresarios se complotaron para que los trabajadores se tragaran el sapo de ser sus propios patrones, y así les arrancaron los beneficios del convenio vigente hasta ahí.

Justamente, el jurado que la eligió fue integrado por políticos y funcionarios, autoridades militares, empresarios del puerto y gremialistas. En la fiesta de los pescadores todos deciden, todos tienen voz y voto, menos los trabajadores.

Para ser elegida, María Betania debió aprender a bailar diversos ritmos. Pero siempre el ritmo lo impone el otro. Igual que los obreros. Adoctrinados, se aprovecharon de su desconocimiento para llevarlos hasta donde están hoy.

La flamante reina y el resto de las postulantes se expusieron de diversas formas, pero todo el mundo esperó la pasada en traje de baño. Y es imposible dejar de sentir que esto ha sido semejante a la manera en que se fue despojando de sus derechos, de sus formas genuinas de organización, hasta de sus ropas, a los trabajadores

El reinado durará un año, 365 días. Pero si, como todo, esto también lo definen los empresarios, lo exigen las representaciones gremiales actuales, y lo controlan y regulan los funcionarios y políticos que ostentaron cargos desde hace 20 años hasta acá, es probable que se período se estire indefinidamente. Así como se estiraron aquellos 100 días vencidos hace un par de años para la registración de los trabajadores estafados.

A esta comparación le queda un solo elemento más. Es explícito, y muestra la contundencia de la impunidad del poder: estamos hablando de obreros negreados. En todo esto, María Betania Soarez es una impactante, joven y hermosa víctima más, ella no tiene la culpa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

gracias pablo genera