jueves, 15 de enero de 2009

ENGAÑOS: LA PLACA DE LA IMPUNIDAD

Siempre es lindo recordar la infancia y ser un poco melancólico. Allá, por esos años en donde jugábamos al poli – ladrón creíamos en ese ser que ayudaba a las personas y que encarcelaba al malvado. Un poco por inocencia y otro poco por las películas y la televisión que se consumía.

Cómo olvidar a: Starsky and Hutch o Robocop. Ejemplos de policías, de hombres que luchaban contra el mal y terminaban con un mundo corrompido. ¿Mundo? Más bien, un sistema simplista virtual, imaginario y excluyente.

Esa infancia tan extraña de engaños en tela araña, continúa con un proceso de trasformación conceptual. Según los términos de manual: “las fuerzas de seguridad son las encargadas de velar por el mantenimiento del orden público y la seguridad de los ciudadanos.

Para que los oficiales de policía realicen su trabajo, el estado les permite el uso de ciertas atribuciones, entre ellas poder arrestar, buscar, atrapar e interrogar, uso de fuerza física; y si fuera necesario a veces, matar en caso de legítima defensa o si la persona atacante o criminal suponía una amenaza o peligro inmediato al policía y otras personas”. Escalofriante ¿no?

En sí, las fuerzas de seguridad de los sectores con mayor poder adquisitivo son las encargadas de mantener el orden del régimen existente. Entre las atribuciones que le competen se encuentra la represión a los ciudadanos. No hay que olvidarse que en muchos casos terminó en el asesinato de civiles (Kosteki, Santillán, Fuentealba, “Pocho” Leprati, etc, etc).

El lugar de inmunidad que le otorgan a lleva a prácticas de intolerancia superadora: El racismo, el sexismo y la homofobia. La institución policiaca, como tal, fomenta este proceso y lo esconde gracias al conocido código de silencio.

Siempre se dice que no se deben meter a todos en la misma bolsa, en este caso es difícil por el simple hecho que los policías como institución persigue otros intereses que no son los del clamor popular. Pero, doy fe a que deben existir personas uniformadas y no bestias uniformadas.

Ya cuando uno es adolescente o adulto llega a la conclusión que los únicos que nos defienden son los que están en los mismos problemas.

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